jueves, 20 de noviembre de 2014

Conceptos centrales

1-. Virtualmente innatas: no es  necesaria la experiencia para la aparición de las ideas en la mente, el hombre nace con ideas en su mente, solo que con el tiempo las va desarrollando.
2.- Monadas: el la utilizaba para referirse a los componentes últimos de la realidad. Son puntos inextensos, es decir, invisibles, de naturaleza espiritual, cuyo numero infinito, y todos juntos forman el universo.
3.- No tener conocimientos “confusos” ni “distintos”: sus conocimientos son claros, pero a la vez son confusos, por lo que no puede definirse claramente en conceptos, ni declararse todo aquel que no haya experimentado esa realidad.
4.- Verdad y razón para Leibniz: Es una preposición que predica algo sobre una entidad implica lógicamente el predicado. Es decir una verdad de razón es una forma mas o menos explicita de tautología.
5.- Verdades analíticas: en filosofía es la distinción entre dos tipos de preposiciones, las preposiciones analíticas y sintético.
6.- Verdades de hecho (o contingentes): se fundamentan en el principio de razón suficiente, que es condición no  necesaria de su verdad.

7.- Mundos posibles para Leibniz: Los mundos posibles son ideas en la mente de Dios, distintas maneras en que dios puede haber creado el mundo. El mundo actual debe ser el mejor de todos los mundos posibles.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Teoria del Conocimiento de Gottfried Leibniz



Para Leibniz, el espíritu es pensar y conocer, el mismo apetecer es “tendencia a pasar de una percepción a otra”; el sentimiento no constituye un especial tema de su filosofía.
Leibniz sostiene que las ideas sólo son virtualmente innatas; No es necesaria la experiencia para la aparición de las ideas en la mente: el espíritu humano posee la capacidad de “tomar de sí mismo las verdades necesarias”, si bien la experiencia es la ocasión que los suscita. El conocimiento, o las verdades pueden ser necesarias o contingentes: verdades de razón o verdades de hecho. Aquéllas son innatas, mientras que éstas se establecen a partir de la experiencia. Aquéllas se fundan en el principio de no-contradicción, o de identidad; éstas en el principio de razón suficiente. Las primeras se refieren a las esencias de las cosas, cuyas propiedades establecen entre sí relaciones necesarias en el mundo de la posibilidad; las segundas se refieren a los hechos, esto es, a la existencia actual de las cosas en el tiempo. El innatismo virtual de Leibniz consiste en afirmar que las ideas innatas no se hallan en acto, esto es, pensadas y conscientes, en la mente, sino que están presentes en ella sólo como está presente un hábito o una disposición: «nada hay en el entendimiento que antes no haya estado en los sentidos, a excepción del mismo entendimiento. Lo innato, son las verdades (conocimiento potencial o virtual), pero no los pensamientos o los conceptos acerca de esas verdades. Conocer es, en definitiva, tener conciencia de verdades de razón acerca de las ideas y de verdades de hecho acerca de las cosas. El conocimiento sensible y el inteligible, sin embargo, no difieren por su origen, como si éste surgiera del alma y aquél de los sentidos: los sentidos sólo son la ocasión de que las ideas que se hallan potencialmente en él, lleguen a ser conocidas de un modo actual. Pero ni siquiera el conocimiento sensible puede propiamente decirse que proviene “del exterior” o de las mónadas que no pueden actuar unas sobre otras, y del alma, que expresa todo el universo, ha de afirmar que todas las ideas, incluidas las que proceden de la sensación, de alguna manera están ya en la mente. La distinción de conocimiento no es de origen, sino de naturaleza: uno es acerca de lo necesario, el otro, acerca de lo contingente.
Las mónadas son unos puntos de energía que están por debajo de la pura extensión; Leibniz considera que existe en todo momento en el espíritu humano una infinidad de percepciones, pero sin apercepción y sin reflexión; son, cambios en el espíritu humano de lo que no percibimos, ya que las impresiones o bien son excesivamente pequeñas o bien son excesivamente numerosas o no están lo bastante diferenciadas. En realidad, las impresiones que el espíritu humano se forma le parecen claras tomadas como totalidad, pero de hecho estas impresiones están formadas por muchísimas minúsculas percepciones, que no podemos diferenciar de forma aislada una de otra. El contenido de los sentidos es exclusivamente sensible y viene constituido por los objetos y afecciones de cada sentido. Son claros, en cuanto ayudan a tener conocimiento de algo determinado; pero son “confusos” y no “distintos”, en cuanto que no pueden resolverse en conceptos ni declararse a aquel que aún no ha experimentado aquellos contenidos. Tan sólo es posible inducirle a que lo perciba por sí mismo. Y sobre todo, las cualidades sensibles son en realidad cualidades ocultas, un “no sé qué”, del que se da uno cuenta sin que pueda dar razón de ello. De esta forma, según Leibniz, nosotros usamos nuestros sentidos externos de la misma forma que un ciego usa su bastón, y, así, quedamos muy lejos de la verdad, y en modo alguno únicamente entendemos la naturaleza de las cosas sensibles, sino que éstas son, en verdad, las que menos y peor conocemos. Sin embargo, Leibniz admite que en nuestro estado presente no son necesarios los sentidos externos para pensar, de manera que si no los tuviéramos nada pensaríamos.
Verdades de razón y de hecho.
Las verdades de razón son aquellas verdades primitivas que Leibniz llama “idénticas”. Son conocidas por intuición, y su verdad es evidente por sí misma. Se llaman “idénticas” porque parecen limitarse a repetir la misma cosa, sin darnos información alguna. Las verdades de razón o verdades necesarias de Leibniz no pueden identificarse sin más ni más con proposiciones analíticas, porque para Leibniz, todas las proposiciones verdaderas son en cierto sentido analíticas. Para él, las proposiciones verdades de hecho no pueden ser reducidas por nosotros a proposiciones evidentes por sí mismas, mientras que las verdades de razón, o son verdades evidentes por sí mismas, o pueden ser reducidas por nosotros a verdades evidentes por sí mismas. 
Podemos decir que las verdades de razón son finamente analíticas, y que el principio de contradicción dice que todas las proposiciones finamente analíticas son verdaderas. Así si se entiende por proposiciones analíticas aquellas que son finamente analíticas, esto es, aquellas que el análisis humano puede mostrar que son proposiciones necesarias, podemos identificar las verdades de razón leibnizianas con proposiciones analíticas en este sentido. Y, como Leibniz habla de las verdades de hecho como “inanalizables” y no necesarias, podemos hablar prácticamente de las verdades de razón como proposiciones analiticas.
La conexión es de dos clases; la una es absolutamente necesaria, de modo que su contrario implica contradicción, y esa deducción se da en las verdades eternas, como las de la geometría; la otra es solamente necesaria.. La serie de existentes no es necesaria, y así, toda proposición que afirme la existencia, bien de la serie como un todo, es decir, el mundo, o bien de un miembro cualquiera de la serie, es una proposición contingente, en el sentido de que su contraria no implica contradicción lógica. Hay diferentes mundos posibles.
Para Leibniz la diferencia entre verdades de razón y verdades de hecho, esto es, entre proposiciones necesarias y contingentes, es esencialmente relativa al conocimiento humano. En ese caso, todas las proposiciones verdaderas serían necesarias en sí mismas, y serían reconocidas como tales por Dios, aunque la mente humana, debido a su carácter limitado y finito, solamente es capaz de ver la necesidad de aquellas proposiciones que pueden ser reducidas por un proceso finito a las llamadas por Leibniz “idénticas”. “Hay una diferencia entre el análisis de lo necesario y el análisis de lo contingente.

lunes, 27 de octubre de 2014

Imágenes


Contexto Histórico (1600-1700 aprox.)



Contexto histórico:


  • En el intervalo de 1600-1650, Europa se encuentra en crisis. El producto agrario por persona cae y deja una gran coyuntura de crisis (depresión)
  • La segunda mitad del siglo XVII es de recuperación económica.
  • A partir de 1700 comienza el reinicio del crecimiento hacia 1760-1780. Durante este periodo incluyendo el intervalo hasta 1800 abundan los problemas y su aumento pero sin llegar a la depresión y desembocando el crecimiento. La fuerte crisis de alimentos y epidemias, llevaron a la interrupción de la tendencia de crecimiento iniciada a finales de la Edad Media. 
  • En Alemania Occidental, la diversidad social de los estados del oeste de Alemania, evitó la extensión de una agricultura en manos de la nobleza latifundista. Su agricultura, por tanto, se basaba en unidades de producción campesinas.
  • Al término de la Guerra de los Treinta Años en 1648, Alemania cayó en un profundo caos monetario, los príncipes se esforzaron entonces en modelar regímenes absolutistas y desarrollaron una política de oposición al latifundio y de protección al campesinado.
  •  Estas medidas que beneficiaron a la población rural, las encontramos también en Francia, Países Bajos e Inglaterra, que crearon una clase sólida de grandes agricultores.

sábado, 18 de octubre de 2014

Principales obras de Leibniz

Sus principales obras son:
  • 1. “Del arte combinatoria” (1666): Intenta construir un lenguaje universal absolutamente racional, siguiendo una idea ya concebida por el filósofo medieval mallorquín Ramón Llull. Tal lenguaje se construye de la siguiente forma: cada término se resuelve en sus partes formales simples, que sirven para definir tal término. A su vez, estas partes simples se resuelven en sus propias partes simples, y así sucesivamente hasta alcanzar las partes simples indefinibles, las cuales constituyen una especie de alfabeto del pensamiento, que se representarán por símbolos matemáticos. Además, precisamos establecer un método para combinar estos elementos simbólicos, que nos permita originar todo el saber complejo, es decir, todos los juicios y razonamientos posibles. Con ello tendríamos una nueva lógica deductiva que nos permitirá obtener verdades nuevas y demostrar las ya conocidas. Esta concepción de la lógica es precursora de la moderna lógica matemática.
  • 2. “Nova methodus pro maximis et minimis” (1684): Obra en la que da a conocer el cálculo infinitesimal. Respecto a la polémica con Newton sobre su invención, conviene decir que la forma en que desarrolla el cálculo Leibniz es distinta, más perfecta y tiene un sentido diferente a la del autor inglés.
  • 3. “Meditaciones sobre el conocimiento, la verdad y las ideas” (1684): Pone los fundamentos de su teoría del conocimiento.
  • 4. “Discurso de metafísica” (escrito en 1686, pero no publicado hasta el S. XX):  Aborda los tres grandes temas de la metafísica del Racionalismo: Dios, el mundo y el alma.
  • 5. “Sistema nuevo de la naturaleza y de la comunicación de las sustancias” (1695): trabajo que condensa su línea de pensamiento, que viene desde Parménides, según la cual el pensar es pensar el ser y el ser es pensable, al punto de que lo pensable, por el solo hecho de serlo, ser. De la lectura minuciosa de este texto se puede extrapolar elementos significativos que responderían un tanto a la gran incógnita que cierne en la actualidad sobre el futuro en América Latina de la ideología de izquierda, la cual enfrenta, de plano, los valores y principios del sistema capitalista Occidental. 
  • 6. “Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano” (1703): Es un escrito que polemiza con la filosofía empirista de Locke sobre el tema del conocimiento y en particular sobre la existencia de las ideas innatas. La obra se publicó en 1765.
  • 7. “Teodicea” (1710): Se ocupa de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal.
  • 8 y 9. En 1714 escribe dos obras importantes, que se publicarán póstumamente. Son: “Principios de la naturaleza y la gracia fundados en la razón” y “Monadología”

Biografía

Gottfried Wilhelm Leibniz. Filósofo y matemático alemán. Nació 1 de julio de 1646 en Leipzig, Alemania.
Su padre, profesor de filosofía moral en la Universidad de Leipzig, falleció cuando Leibniz contaba seis años. Capaz de escribir poemas en latín a los ocho años, a los doce empezó a interesarse por la lógica aristotélica a través del estudio de la filosofía escolástica.
En 1661 ingresó en la universidad de su ciudad natal para estudiar leyes, y dos años después se trasladó a la Universidad de Jena, donde estudió matemáticas con E. Weigel.
En 1666, la Universidad de Leipzig rechazó, a causa de su juventud, concederle el título de doctor, que Leibniz obtuvo sin embargo en Altdorf; tras rechazar el ofrecimiento que allí se le hizo de una cátedra,
 En 1667 entró al servicio del arzobispo elector de Maguncia como diplomático, y en los años siguientes desplegó una intensa actividad en los círculos cortesanos y eclesiásticos.
 En 1672 fue enviado a París con la misión de disuadir a Luis XIV de su propósito de invadir Alemania; aunque fracasó en la embajada, Leibniz permaneció cinco años en París, donde desarrolló una fecunda labor intelectual.
En 1676 fue nombrado bibliotecario del duque de Hannover, de quien más adelante sería consejero, además de historiador de la casa ducal.
El sistema de Leibniz fue publicado en 1684, el de Newton en 1687, y el método de notación ideado por Leibniz fue adoptado universalmente. 
En 1672 también inventó una máquina de calcular capaz de multiplicar, dividir y extraer raíces cuadradas. Es considerado un pionero en el desarrollo de la lógica matemática y uno de los precursores de los ordenadores.
Representante por excelencia del racionalismo, Leibniz situó el criterio de verdad del conocimiento en su necesidad intríseca y no en su adecuación con la realidad; el modelo de esa necesidad lo proporcionan las verdades analíticas de las matemáticas. Junto a estas verdades de razón, existen las verdades de hecho, que son contingentes y no manifiestan por sí mismas su verdad.
Fallecio el 14 de noviembre de 1716 a los 70 años, en Hannover